Trauma, disociación y quiebre: cómo transformar la adversidad en crecimiento personal

Trauma, disociación y quiebre: cómo transformar la adversidad en crecimiento personal

Descubre qué significan el trauma, la disociación y el quiebre, y cómo cada uno puede transformar tu vida en una oportunidad de crecimiento.

SM
Sebastián Maggi, 31 ago 2025

En la vida hay una certeza ineludible: las cosas no siempre ocurren de acuerdo con nuestras expectativas.

Cuando eso sucede, las interrupciones pueden transformarse en trauma, disociación o quiebre, según cómo seamos capaces de afrontarlas.

¿Qué es el trauma y cómo nos impacta?

Un hecho traumático no depende de la gravedad del suceso, sino de nuestra madurez psíquico-emocional y capacidad simbólica para darle sentido.

Lo que realmente se pone en juego es nuestra identidad, quiénes somos frente al acontecimiento. No es la araña ni el campo de concentración; es nuestra posibilidad de digerir lo que ocurre sin que nos desborde.

La disociación: fingir que nada ha pasado

La disociación también es una interrupción. Rompe con ese orden caprichoso en el que esperábamos que todo siguiera su curso.

Por ejemplo, cuando tenemos un accidente con el carro y —si no hubo mayores consecuencias— corremos a repararlo para fingir que nada pasó. Sin embargo, si solo atendemos el síntoma sin procesar lo ocurrido, es probable que el mismo patrón se repita.

El quiebre: la puerta hacia la transformación

Un quiebre, en cambio, pone el acento en quiénes somos frente a la interrupción. Requiere afrontar sin resistencia, incluso con gratitud, aquello que nos confronta.

El quiebre inaugura un espacio de crecimiento:

  • Nos revela lo que no sabíamos que no sabíamos
  • Nos transforma en profundidad
  • Nos otorga un mayor poder de acción

En estricto sentido, quienes más avanzan en la vida probablemente lo logren porque han hecho de los quiebres una fiesta interminable.

La muerte como el gran quiebre final

Si todo quiebre es una oportunidad de renacer, entonces la muerte representa la última y más grande de las interrupciones: la definitiva, aquella que ningún yo puede resistir ni disociar, solo atravesar.

Vivir con dignidad implica anticipar y honrar ese gran quiebre final, preparándonos para la última celebración. Como especie, al tener conciencia de la muerte, estamos llamados a darle sentido a la vida y a cultivarla desde esa perspectiva única.

Preguntas frecuentes sobre trauma, disociación y quiebre

¿A qué llamamos trauma?

El estatuto de un trauma no depende de la gravedad objetiva de un hecho, sino de nuestra capacidad emocional y simbólica para procesarlo, ligarlo y darle sentido. Lo que para una persona puede ser traumático, para otra no necesariamente lo es. De hecho, hay quienes logran elaborar estas circunstancias y transformarlas en experiencias de profunda sublimación y crecimiento personal.

¿Cuál es la diferencia entre disonancia y trauma?

El trauma surge cuando un hecho nos desborda emocional y corporalmente, superando los recursos que tenemos disponibles para procesarlo e integrarlo. La disonancia, en cambio, aparece cuando existe un desajuste entre la realidad exterior y nuestras creencias, generando una tensión interna que nos impulsa automáticamente a restablecer la consonancia de la forma más efectiva posible.

¿Qué es un quiebre en coaching y desarrollo personal?

Un quiebre es una interrupción en el fluir de la vida respecto a nuestras expectativas y certezas. Más que debilitarnos, abre un espacio de conciencia que nos invita a revisar nuestras interpretaciones, transformar estructuras mentales y expandir nuestro poder de acción.

¿Cómo puede un quiebre convertirse en una oportunidad de crecimiento?

Cuando aceptamos un quiebre con apertura y gratitud, descubrimos aprendizajes que nos invitan a abrazar una conciencia más amplia y desarrollarnos hacia un liderazgo más efectivo. Una de las grandes competencias que se ponen en juego es aprender a soltar, pedir ayuda y tomar distancia de aquel afán controlador de nuestro ego.

¿Por qué la invitación a considerar la muerte y la finitud como aquel gran quiebre?

La invitación a considerar la muerte y la finitud como el gran quiebre surge porque al reconocer que la vida tiene un final, se nos abre la posibilidad de mirarla con mayor lucidez. Esa conciencia nos obliga a preguntarnos qué más es posible, qué sentido queremos darle a nuestro paso por el mundo y cómo transformar nuestra existencia en una buena vida, incluso en una obra de arte.


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